Admite que una presentación más creativa podría haber cambiado el signo de la designación, pero insiste en la calidad de la propuesta y de todo el trabajo realizado
—Antes de que se conociera la designación final se esperaba que si Córdoba no era la elegida hubiera decepción, pero no indignación. ¿Cómo se siente, decepcionada o indignada?
—Yo estoy decepcionada porque creo que Córdoba hizo un trabajo intachable. Hicimos un buen dossier y así fue reconocido, la visita del jurado fue impecable y la defensa también. La ciudadanía era la más implicada y la más querida desde todos los puntos de vista. No sólo en los medios de comunicación, sino también en las redes sociales, en el número de votos. Entiendo que a mayor ilusión, mayor decepción, y creo que por eso está resultando tan duro para los cordobesas y las cordobesas aceptar este resultado y desde luego para todo el equipo que ha trabajado sin descanso y muy intensamente desde hace tantos años.
—Mucho contraste entre las fotos de la decepción en Córdoba y la indiferencia en San Sebastián, ¿no?
—Es muy sorprendente, y creo que es un gesto enorme de generosidad que han tenido todos los voluntarios y la ciudadanía, que cuando volvimos nos recibieron con aplausos, apoyo y palabras de cariño. Eso demuestra una vez más que Córdoba es grande y que no se puede perder este espíritu que tiene, que es sumamente positivo y sumamente constructivo. No estoy nada de acuerdo con esa imagen que tienen los cordobeses de sí mismos: siempre he tenido una imagen muy positiva de la ciudad y la mantengo. Los políticos han estado realmente a la altura, ha habido mucha elegancia y saber estar.
—¿Cuando será el momento de hacer autocrítica?
—La autocrítica más clara es no habernos preparado para perder. Creo que es un error. Nunca lo di por ganado a nivel profesional, porque sabía que las rivales eran muy peligrosas. Por otro lado, creo que la candidatura era buena y hubiese sido una ciudad de consenso.
—¿En qué se ha podido fallar, a la espera del informe del comité de selección?
—No creo que haya sido un fallo, porque sé que estábamos finalistas y todo el mundo decía que era un buen dossier. Entiendo que el discurso político de la paz, que no es cultural, es el que ha hecho que la balanza se posicionara hacia el lado de San Sebastián. En el informe que leyó el presidente del jurado en Madrid dio estos argumentos, que son ajenos a la cultura.
—Pero la candidatura de Córdoba también hablaba del diálogo intercultural, que también se podía entender en clave política, ¿no?
—Nosotros estábamos hablando de unos valores que son más simbólicos y de tender puentes. No era hablar tanto en clave política. Yo creo que el espíritu que tiene Córdoba y el paradigma vigente a nivel nacional e internacional en todo el mundo es una metáfora de la convivencia y del diálogo, que funciona como herramienta de comunicación. Lo han utilizado Obama y Sarkozy en algunas ocasiones. Creo que Córdoba no puede perder ese poder metafórico y simbólico que tiene en torno al diálogo y debe erigirse y seguir luchando por el espíritu de Córdoba que no sólo utilizamos nosotros, sino el mundo entero. Burdeos hablaba de convertirse en una «nueva Córdoba» para su proyecto. Hay que aprovechar esta capacidad de proyección internacional a través del mensaje del diálogo, esta energía y capacidad de convocatoria, para ponerlo al servicio de la ciudad y utilizar ese espíritu de paz y convivencia como un distintivo de Córdoba a nivel mundial.
—Emilio Casinello habló de una visita «impecablemente organizada» y de unas presentaciones muy originales y atractivas como uno de los factores que decantaron la balanza hacia San Sebastián. ¿Piensa que tal vez deberían haber sido más creativos en las presentaciones y en los actos para convencer al comité?
—Nuestra presentación fue muy fresca, amena y emocional. Pero sí que quizá deberíamos habernos planteado algo más «performativo» y más creativo. Pero, francamente, ni los políticos ni los técnicos pensamos que una puesta en escena fuese a incidir tanto en las decisiones del jurado.
—¿Qué papel tendrá ahora la Fundación?
—En principio, lo que se habló en el patronato es que esta unidad política en favor de la ciudad se quiere mantener. Creo que es muy necesaria y que a los ciudadanos les ha gustado ver a sus políticos unidos por la ciudad, que la ciudadanía necesita ver que las personas que están al frente de la ciudad trabajan conjuntamente. Esa imagen no se debe romper y ellos así lo han valorado. La Fundación Cajasur, por medio de su presidente, Mario Fernández, ha comunicado que mantiene su apoyo. En septiembre tenemos que presentar una especie de proyecto de continuidad al patronato, por parte de la comisión asesora, que ya he convocado. Veremos hacia dónde va, pero como técnica cultural y después de llevar aquí dos años y medio, creo que si el futuro de la ciudad va a pasar por las industrias culturales, es necesaria una entidad que aglutine y unifique la acción y la promoción de las diferentes entidades de la ciudad que trabajan en torno la cultura. Creo que sí es necesaria esa figura, y si tiene que ser la Fundación o no la que lo haga son los políticos quienes deben decidirlo.
—¿Espera continuar al frente o seguir en Córdoba?
—No soy yo la que tiene que decirlo. Me encantaría seguir en Córdoba y de hecho ya había tomado la decisión de trasladarme aquí con mis hijos y con mi marido. Es algo que tienen que decidir los patronos. Aparentemente, ha habido unanimidad en torno a ello. Pero es algo que merece más reflexión, tanto por parte de ellos, a los que agradezco enormemente su apoyo y palabras de reconocimiento, como por parte mía. Pero lo que sí quiero hacer es dar las gracias a todo el equipo, que tras la elección estaban desolados. Se ha hecho un trabajo magnífico que nos ha llevado casi a las puertas.
—¿Cómo se puede aprovechar ahora este trabajo para que todo no quede en papel mojado?
—Esta sinergia hay que aprovecharla y esta estructura que ya hay del voluntariado. Se está posicionando a Córdoba en el mapa y su presencia en los medios de comunicación es cada vez mayor. Sería una pena que esa energía no se canalice y articule hacia un proyecto de ciudad y mantener ese proyecto basado en las industrias culturales y las fábricas sin humo. Ahí la Fundación puede seguir jugando un papel, o al menos parece que eso es lo que quieren los patronos.
—¿Siente haber dejado atrás algún aspecto de la cultura de Córdoba?
—Hay que analizar si se van a reconducir las funciones de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural y ver los posibles errores y las posibles ausencias del proyecto. Es el momento de planteárselo.
—¿Cree que hay algo impugnable en la decisión del jurado, como han dicho el alcalde de Córdoba y el de Zaragoza?
—Bueno, primero hay que ver el informe, porque sin él trabajamos a ciegas. Pero me parece que el Comité hace una recomendación al Gobierno y el Gobierno tiene que elevarla a la Unión Europea. En las normas del juego que todos conocíamos estaba esta posibilidad, por lo tanto me parece difícil. Pero paradójicamente va a defender un proyecto sobre la convivencia y la paz un Ayuntamiento que no ha condenado el terrorismo. Creo que en caso de que hubiese algún cambio en ese proyecto o incluso un cambio de discurso por parte de los que lo lideran ahora sería realmente grave y habría que controlar que no se produzca, porque entonces se estaría contradiciendo en sí la esencia de esta designación.
PÚBLICADO EN AEL ABC DE CÓRDOBA EL 03/07/11